Hoy he salido a pedalear. A sudar un poco. A reblandecer la grasa acumulada tras un suave invierno con cientos de horas delante del ordenador. Vida sedentaria, de la que me he distanciado durante unos cuantos kilómetros. Una parte del trayecto lo he hecho por los huertos de Malgrat de Mar. Por el campo. Y me he dado cuenta de que también el radar había salido al campo.
La policía local de Malgrat de Mar está empeñada en reducir la siniestralidad viaria en la población. Y eso es un reto que hay que aplaudir. El radar no tiene buena fama. Y menos si es móvil, porque pensamos que se escuda en el camuflaje para buscar de forma desaprensiva la multa a toda costa. Pero hoy, a lomos de mi bici, siendo el más débil de la carretera, me hado cuenta de que me estaba protegiendo.