Los bancos del paseo marítimo de Blanes están cansados. No por haber acogido las posaderas de decenas (¿acaso cientos?) de miles de blandenses y turistas desde que se instalaron en siglo XX, sino por no haber recibido el necesario mantenimiento que la madera requiere, especialmente al estar situados a pocos metros del mar y del añadido factor corrosivo que comporta.