Con el paso de las semanas y los meses, las personas que gustan de ejercer su incivismo han vuelto -o se han estrenado- en tan deleznable actividad, de forma que el paso subterráneo vuelve a ofrecer la imagen deprimente de antaño.
Por lo general estas pintadas las realizan jóvenes que no encuentran mejor modo de gastarse parte de la paga que sus padres les asignan. ¿Son usuarios del paso subterráneo? No lo sabemos, pero es evidente que en el supuesto de que lo sean se tiran piedras a su tejado. Porque estropean un espacio al servicio de todos los ciudadanos, generando, por decirlo así, una onda expansiva negativa sobre los barrios que conecta el paso peatonal.
El incivismo ejercido sobre los elementos urbanos de uso común denota un escaso apego y cariño hacia los espacios urbanos, patrimonio de todos. Quien los destroza o los cubre de mugre -física o visual- acaba siendo víctima de sus propios actos, aunque crean que con sus pintadas reafirman su ego. Acaban viviendo en una ciudad fea, con lo cual sus moradores, al consentirlos por inacción, denotan un déficit de autoestima.
Urge que el Ayuntamiento y, sobre todo las asociaciones de vecinos de la zona, tomen cartas en el asunto, que no se resignen a dar por consumado que unos pocos incívicos han de fastidiar a toda la ciudadanía. Hay que plantarles cara. Y la forma de hacerlo es demostrarles que ese espacio fronterizo es de todos y que tiene un valor que hay que respetar. Pero, precisamente para ello hay que ponerlo en valor.
Desde Blanesaldia sugerimos, con modestia, que se proyecte convocar a los artistas urbanos de Blanes y poblaciones vecinas, para que propongan la elaboración de uno o varios murales que decoren todo o una parte del espacio, que lo revaloricen a la vez que ellos se reivindican como artistas. Si se dan pasos en ese sentido, los implicados ya encontrarán la forma de financiar las creaciones.