Los destrozos ocurridos en la playa de la Conca, en Malgrat de Mar, eran previsibles. Una playa que ya no puede cumplir con su función de proteger el litoral, debido a las modificaciones a las que se ha visto sometida, un fuerte temporal de mar y unas actuaciones de defensa mal planificadas han dado lugar a “La Tormenta Perfecta” en nuestro litoral. ¿Y ahora qué? ¿Playa o rocas?
Hace 10 años, la desaparición parcial de la playa de S’Abanell hizo que las Asociaciones de Campings y Hostelería de Blanes (Girona) pidieran al Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) una explicación científico-técnica de la problemática de erosión que se observaba en la playa de S’Abanell. En dicho informe, apuntamos las causas por las que la playa y el delta no respondían como sería habitual ante un temporal y explicamos porqué una parte considerable había entrado en una fase de erosión acelerada.
Por otro lado, se señalaron también las posibles soluciones. De entre todas ellas, la más importante hacía referencia a la necesidad de desarrollar una visión de futuro para esta zona y un Plan Estratégico Integrado de cuenca y delta. En este plan, sería imprescindible el diálogo entre todos los actores implicados con el fin de establecer una hoja de ruta que devolviera al sistema sus funciones naturales, en la medida de lo posible. Mientras tanto, canalizar un delta y, además, hacerlo pedacito a pedacito, no nos parece la mejor opción.
Sabemos lo que está pasando en el Delta de la Tordera. Sabemos por qué pasa y sabemos lo que puede pasar en un futuro
En ausencia de dicha visión y de dicho plan, cuando se produce un temporal como este último solemos actuar de forma reactiva, introduciendo unas medidas, de urgencia casi siempre, que minimizan los daños, pero no solucionan el problema. Se ha criticado la última actuación del Ministerio, en la que se crearon dunas artificiales. Pero, lo cierto es que la mayoría de ellas aguantaron bien. El único punto donde no lo hicieron fue debido a que un espigón situado un poco más al Norte del mismo contribuyó a acelerar el proceso erosivo y, con ello, a agrandar el problema.
La desembocadura de la Tordera está excesivamente modificada. Ha perdido la zona de inundación con lagunas, característica de los ambientes deltaicos, y ya no puede retener los sedimentos que bajan por el río. En estas circunstancias, las obras de canalización y los espigones aceleran el proceso erosivo del Delta y empiezan a dejar al descubierto arenas que llevan allí compactadas cientos de años. Una parte de estas arenas centenarias han desaparecido ante nuestros ojos en el último año. Se trata de un ejemplo más del acelerado cambio global al que estamos sometidos y del que los científicos estamos ya cansados de alertar.
Ante esta situación, seguir haciendo lo que hacíamos no es una opción. Son imprescindibles nuevos modelos de Gobernanza costera que deben ser introducidos para superar nuestras anticuadas formas de hacer. Mientras tanto, las malas decisiones tomadas en el pasado en el litoral nos afectan y nos afectarán tarde o temprano. Como en lo relacionado con el cambio climático, más del 95% de la culpa de lo que está pasando en la costa es nuestra.
Somos nosotros, con nuestras actuaciones, los que nos hemos expuesto y vuelto más vulnerables. En algunas zonas resulta imposible cambiar el sentido de estas acciones y deberemos “luchar” contra la naturaleza, algo no demasiado inteligente cuando ésta se desata. En otros casos aún podemos cambiar nuestra forma de hacer y reconocer nuestra posición en la biosfera. Y es que la naturaleza puede pervivir sin el hombre, pero el hombre no lo puede hacer sin ella.
Rafael Sardá y Enric Sagristá
Grupo de Investigación de Sistemas Socio-Ecológicos en Ambientes Costeros y Marinos
Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC)