El sábado por la noche un grupo de unas 70 personas se concentró delante de la discoteca Arena, situada en el barrio de Els Pins, y realizó una sonora cacerolada de protesta, para pedir el cierre de la discoteca.
El establecimiento, que tiene capacidad para cientos de personas, cumple los requisitos legales para desarrollar su actividad pero una parte de sus clientes llevan años amargando la existencia de cientos de vecinos.
Hasta ahora el Ayuntamiento de Blanes ha sido incapaz de solucionar el problema o mitigarlo, a pesar de haber dedicado periodicamente una mayor vigilancia policial y haber restringido temporalmente el horario del local, obligando por decreto a que cierre los fines de semana a las 4 horas en vez de las 6 horas.
Buena parte de los clientes son jóvenes que proceden de poblaciones del Maresme y, al parecer, entre estos hay un reducido grupo de personas que se dedican a realizar actos incívicos y a causar destrozos en vehículos ademas de realizar sus necesidades en portales de vecinos. También, el ruido que generan cuando salen del local impiden a los vecinos dormir con tranquilidad.
Contra esta situación se rebelaron el sábado los vecinos y realizaron un acto de protesta para exteriorizar su malestar, lo cual es del todo infrecuente y sorprende que no sea más habitual, pues estamos ante un problema de salud pública que los políticos no saben solucionar.