Los bancos del paseo marítimo de Blanes están cansados. No por haber acogido las posaderas de decenas (¿acaso cientos?) de miles de blandenses y turistas desde que se instalaron en siglo XX, sino por no haber recibido el necesario mantenimiento que la madera requiere, especialmente al estar situados a pocos metros del mar y del añadido factor corrosivo que comporta.
El paseo martímo cuenta con 40 grandes bancos, situados en la zona dura del paseo. La mitad invitan al paseante a descansar contemplando el mar, el puerto de Blanes y Sa Palomera. Otros 20 miran hacia las viviendas.
Un examen visual de los mismos revela que la madera experimenta ya un importante deterioro en algunos de ellos y que la mayoría de superficies están ajadas, con arena de la playa incrustada.
En otros, como muestra el reportaje gráfico, los boquetes y la rotura de la madera impiden sentarse en la zona deteriorada.
Seguramente, desde que se instalaron no han tenido la suerte de recibir una capa de barniz o de algún otro material que los mantenga lustrosos. En cualquier caso, es evidente que llevan ya demasiados años sin que nadie les haga una reparación y puesta al día.
Bancos premium
Es de perogrullo remarcar que el paseo marítimo es la zona más frecuentada de Blanes, donde uno ve y es visto por sus vecinos y amigos. Por este motivo son un equipamiento fundamental de la zona ya que favorecen la convivencia ciudadana, la conversación, la lectura y el relax de los blandenses.
Si la calidad de los bancos empeora, la imagen de Blanes y la calidad de vida de los blandenses también se deteriora. Porque esos bancos no son unos bancos cualquiera. Son bancos premium y como tal deberían ser tratados.
Por tanto, su reparación y mantenimiento debería escalar posiciones en el ránking de las necesidades que los responsables de la Administración Local están obligados a solventar.
Confiemos verlos algo más relucientes la próxima temporada turística. Tiempo suficiente para que a quien competa busque, encuentre y destine el dinero que cueste esta actuación. Y así, podremos descansar de verlos tan cansados.
Texto, fotos y edición: José Fernández